Esta vanguardia tiene origen en la escisión del dadaísmo. Surge en 1924 con la publicación del Primer Manifiesto, escrito por André Breton.
La pintura surrealista se manifiesta de dos formas distintas: por un lado tenemos el automatismo, y por otro lado el onirismo.
En el automatismo, los elementos que componen el cuadro del artista surgen desde el inconciente del mismo y la intervención del azar. Se deja que la pluma circule sin atarse a regla alguna. Mostraban un máximo de libertad y exposición directa del inconciente.
En cuanto al onirismo, es la representación de todo tipo de figuras relativas a los sueños. Cabe destacar que en estas épocas se plantea el surgimiento del psicoanálisis, lo que influye en esta corriente. Dispone de cierto método paranoico-crítico destinado a la interpretación misma de la obra.
En la brecha de estas dos posturas bien definidas, surge un grupo que engloba características de ambas, y logra combinar los elementos automatistas con los relativos a los sueños.
El primer manifiesto surrealista:
Durante el mismo, André Breton expresa la necesidad de volcarse hacia el mundo de los sueños, y retomar la imaginación. El sostiene que la sociedad en la que vivimos, con sus reglas, nos limita la imaginación. Ya que, si pasados ciertos parámetros, corremos los riesgos de que nos califiquen insanos mentalmente hablando.
Comenta la necesidad de hallar la liberación de la imaginación volcándose o encerrándose en uno mismo, en un mundo propio de ensueños, donde todo es posible y nos expresamos libremente, sin ataduras, desde nuestro inconciente. Dejar de lado el racionalismo desenfrenado, que conlleva a limitarnos a la hora de actuar, pensar y expresarnos.
Hay que devolverle a la imaginación los derechos que le corresponden, es lo que en pocas líneas comenta Breton en el manifiesto.
El segundo manifiesto surrealista:
Recalca la necesidad de buscar en el interior espiritual de uno los deseos más ínfimos. Así como también determina que la misión del surrealismo es ocuparse constantemente de reproducir artificialmente el momento ideal del hombre, donde es presa de una emoción particular, como ocurre en los sueños. Y mantener contacto con esa emoción, no escapar de la misma. Esto de representar, le permite dar un salto desde la realidad física hacia el ámbito de lo inmortal.
El manejo de todo este tipo de emociones, le otorga al artista la llave de una caja que alberga todo tipo de emociones que lo compone. Que en un momento, estuvieron reprimidas por la sociedad en la que se encuentra inmersa.
(nota: en el libro se ofrecen muchas críticas que hace André Breton a otros surrealistas, tengan en cuenta que cuando digo "crítica" me refiero al sentido amplio de la palabra, como un mecanismo por el cuál se analiza tal o cual situación y se expone lo subjetivo)
viernes, 10 de octubre de 2008
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